martes, 4 de enero de 2011

Father and daughter

El otro día fui al restaurante y me percaté de que habían cambiado los manteles de las mesas. Apenas los vi me parecieron horribles, definitivamente el bordó y el blanco daban un aspecto mucho más elegante al lugar. Además los nuevos manteles eran demasiado largos, y la combinación de los colores evocaba ligeramente la imagen de un taxi. Obviamente lancé tremendas exclamaciones de disconformidad, expresando cualquier insulto o comparación desagradable que podía realizar al respecto. Pero me causó mucha gracia lo que dijo mi tía sobre el tema: "y yo que pensaba 'qué bueno que no está Eddy para criticar la decoración y decirme que los manteles están horribles', pero parece que ya consiguió reemplazante".
Es que ese es justamente otro de los ámbitos donde nos encuentran parecidos. Me había pasado con anterioridad, varios mozos dijeron "Jessiquita es igual a su papá, tienen el mismo carácter". Yo lo tomo como algo bueno, porque siempre fue a él a quien le hicieron caso y a quien todos respetan por sus capacidades. A mi vieja en cambio, como siempre, le pasan por encima. Como sea, siempre nos encontraron muy parecidos, lo que confirma lo que dije con anterioridad acerca de nuestra mutua comprensión de enredos mentales.
Es por eso que más de una vez, al encontrarme llorando o sentir que estaba mal, me ha dado alguna que otra charla. Recuerdo una específica, que surgió a través de una conversación entre mi mamá, mi papá y yo. Mi mamá me veía llorar y me preguntaba por qué, como si yo misma supiera todo lo que me pasa. Encima le decía que no sabía y pensaba que le ocultaba algo, por lo que entendí que no tenía demasiada noción de mi realidad. Y si le intentaba explicar algo, fallaba al entenderlo.

-(M): Pero ¿qué es lo que te pasa? Por algo tenés que estar triste, no podés llorar porque si.
-(J): Estoy triste porque no sé qué hacer con mi vida.
-(M): ¿Cómo no vas a saber qué hacer con tu vida? ¡Si está muy claro lo que tenés que hacer! Tenés que terminar la secundaria, estudiar una carrera, trabajar...
-(J): Esas cosas no valen nada, yo necesito algo por lo que vivir.
-(M): ¡Pero te estoy diciendo...!
-(P): Vos no la entendés, ella te está hablando de otra cosa, de algo más profundo. Yo sé perfectamente a lo que se refiere, si yo mismo con cuarenta años aún no sé qué hacer con mi vida...

Concluida esa charla yo seguía de pésimo estado anímico. Esa madrugada mi papá me habló una vez más.

-(P): ¿Vos sabés lo que le pasó al hijo de la mona, no? El que se mató.
-(J): Sí, se colgó.
-(P): Nunca me pude dejar de sentir culpable. Éramos bastante cercanos y él me contaba lo que le pasaba, pero yo jamás pude hacer nada. A veces me pregunto si aunque sea a los golpes podría haberlo hecho reaccionar... Tenía tu edad, ¿sabés por qué lo hizo?
-(J): ¿Por qué?
-(P): Porque no sabía qué hacer con su vida. Y se mató.
-(J): ...
-(P): No te imaginás lo que es la culpa, debe ser el peor sentimiento de todos. Es una carga que nunca te vas a poder sacar de encima, así pasen años... No quiero tener que cargar con otra.


~It's not time to make a change. Just relax, take it easy.~

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