Definitivamente nunca nos vamos a entender. Después me pregunto por qué me surgen esos complejos repentinos de enfermedad o locura y claro, deben ser mi intento desesperado de justificar por qué me siento tan sola. Intento, busco y no me entienden, quizás hablo en chino y aún no me di cuenta. De repente hasta hablar conmigo misma resulta más productivo, voy a terminar siendo una ermitaña.
La cabecita despierta,
Orgullo de su mamá.
El niño creció en su casa,
El adolescente quiere asomar.
[...]
Y fue bajando escalones,
Muchos inviernos a la deriva.
Las vueltas que da la vida:
En la calle terminó.
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