Cuando dije que iba a volver no iba en serio, y nunca creí que fuese tan rápido. Pero ciertas situaciones lo ameritan, me siento obligada moralmente.
Ayer apenas había salido de mi casa cuando me percaté de que en la ventana de mi living había un libro. Me abalancé sobre él y lo hojeé. "Es una de esas cosas de liberación masiva de libros, tengo que leerlo" pensé. Ignorando la asquerosa condición en que se encontraba, lo guardé en mi cartera y seguí mi camino.
Debo confesar que al recogerlo, no pude evitar pensar que sería una porquería. Un título bizarro, un autor argentino, una vaca en la tapa... Pero no podía ignorarlo, estaba en la ventana. En mi ventana. En fin, una servilleta mojada de Starbucks me ayudó a mejorar sus condiciones y lo miré con un poco más de cariño... Lo cual no quita que lo haya leído con guantes, quién sabe cuánto tiempo estuvo esa cosa a la interperie (medio de obsesiva compulsiva, lo sé, pero no es frecuente en mí, no se preocupen).
Dos de la mañana, cagada de sueño. "Voy a empezarlo, que después no lo libero más". Parece que se me pasó un poquito la mano, hoy a la mañana ya lo había dejado en la calle. Era cortito igual...
Pese a no ser una maravilla de escritura, me encantó. Fueron la forma del relato y las lentas conexiones que uno gestaba y que no dejaban entender lúcidamente la trama hasta el final lo que lo hicieron especial. Comenzó el libro al mejor estilo Sidney Sheldon, con un evidente final al que uno no podía encontrarle claro sentido. A medida que avanzaba, la historia se tornaba un tanto trágica pero revelando cada vez detalles más ilusiorios, de fantasía. Casi enfilaba para una onda "La Metamorfosis", pero en vez de un bicho, con vacas. Eso me llevó otra vez a pensar que las pocas bases interesantes que tenía la novela se habían desvirtuado y que no iba a quedar conforme con el final. Sin embargo, en el momento en que lo terminé supe que me había equivocado. Todo tenía sentido, y terminó siendo (si bien con un toque fantástico) una historia que podría ser perfectamente verídica. Era como si de repente las hojas que lo componían se hubieran esfumado, como si todo se redujera al relato de un relato, o a un pensamiento fugaz. Ahí estaba, todo claro. Nuevamente leí la primer hoja. "Brillante".
Suerte al próximo lector... hoy cuando volví a casa ya se lo habían llevado.
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