¿Hasta cuándo puede alguien salir de la profundidad? Siempre me pregunté cuál es la línea que divide lo posible de lo imperdonable. Mucha gente afirma que cualquier persona que se arrepiente de lo que hizo tiene una segunda oportunidad en la vida, que es capaz de enmendarse. Pero la realidad es que uno no puede olvidar lo hecho, y hay ciertas líneas invisibles que nos marcan puntos a partir de los cuales no hay vuelta atrás. Qué triste el darse cuenta de que uno puede obrar hoy para arrepentirse luego, quizás hasta su lecho de muerte, como castigo ineludible. Qué triste darse cuenta de que la vida no te espera. A veces me imagino ese dolor profundo del saber que no hay retorno. ¿Qué se hace en ese caso? ¿Cómo puede uno lidiar con el anhelo eterno de lo imposible? ¿Qué expectativa se puede tener acerca de la vida?
Y es así la vida, nos abruma hasta consumirnos por completo. Entonces, cuando cree que ya hemos llorado lo suficiente, nos arrebata todo y transforma nuestro cuerpo en la misma ceniza que somos por dentro.
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